Hemos terminado de repartir la sopa. El Loco Midas solo muestra sus ojitos. Ha estado masticando un pedazo de jengibre. Su condición de Dios díscolo lo relega a lugares particularmente lúgubres. Su condición es justificable. Escribía versos y amaba. Cosas desconocidas en esta era. El suicidio de su amada. Por causas desconocidas para él. Su cuerpo frágil, colgado de un sauce.

Ahora se dedica a modelar el agua. Pasa horas absurdas junto al río. Le ha dado por recoger botellas. Las mira con su mirada de nubes y escarabajos.

El alma es un agujero. Se puede llenar con anémonas o abejas. Entran y salen. Construyen. Las catedrales acumulan piedras. La gente cree en las cruces, los mandamientos. El Diablo solo es un gato acurrucado a tu costado. Puedo incendiar el mar o llenarlo de luciérnagas. Puede que signifiquen algo. Puede que solo sean los vestigios de la llegada de la primavera. La puerta puede abrirse. El césped está lleno de las odiosas chinches. Permaneces en la cocina, tu lugar favorito. Tendremos leña y cultivaremos nenúfares. El río es lo suficientemente bueno para eso.
Madre Holle la puedo convertir en una cruz, en cualquiera de estos equinoccios. ¿Quién podría echarle de menos?

El río solo fluye, la tormenta es atemporal. Se desprenden como hojas de dibujos y daguerrotipos. La casa era oscura. Habías pintado hasta el hastío. Saliste por tus botellas y la necesidad urgente de alimentarte. Quise evitarte toda esta sucia trama. Comencé a pintar la pared. Quería dejarla como un lienzo nuevo. Como una reliquia que contara algo. Menos asqueroso. Podría desangrar el tipo del sótano por ti. Poner el orden en esta jodida historia.
Has estado en la oscuridad. ¿Cómo no lo sabría? Solo basta ver tus marcas. Los cuchillos debidamente organizados.

Veo que sigues debajo de la mesa. Volveré luego. Espero que el otoño sea una transitoria estación para morir. Colores naranjas, hojas. Ébano. Algunos rastros de esquelas para rezar. La Reina de hielo es una presencia odiada.

El loco de Midas, dormita en el piso. Lo veo como un pequeño náufrago. Ordena los pelicanos. Les tira de las alas.
Recuerdo tu cuerpo desnudo. La levedad de tu piel. Si cierro los ojos. Reconfiguro el mármol perfecto. Pudiera pasar los dedos por cada, corte, cada vértebra. Y terminar en tu boca. La nieve me recuerda esa misma frágil figura.
Escribo. En la inmensidad. Eres rocío, polvo desde el polvo, odio y batallas. Tu pelo es ese negro y corpóreo manto desgarrado de la noche. Persistes en esta realidad o te reconstruyo desde mi pensamiento.