Previamente...
Cuando Erik y Emma caminaban juntos en dirección hacia donde ella se hospedaba, platicaron acerca de la abuela del pintor, y al sentirse cómoda, segura en confianza, pensó que sería agradable invitarlo a pasar la noche con ella.
Una invitación que no sería inapropiada, cuando entre ellos había nacido un sentimiento genuino, tierno y apasionado.
—¡Ciertamente ha sido de tu agrado el retrato que hice para ti! —Erik hablaba mientras observaba su obra.
—Me gustaría tener una pared con todas las obras que destines para mi, Erik. ¿Sabes? Imagino un hermoso paisaje justo frente al sofá, sentarme y admirar tu talento, pero dentro de unas horas no estaré aquí, así que tus cuadros, deberías pintarlos a donde voy.—Emma le respondió.
—¿Y en qué país se encuentra la oficina de tu jefe? Sé que viajas constantemente, pero debe existir algún lugar en donde tú pases más de dos meses ¿O me equivoco?.—Erik fue más directo en lo que necesites saber.
Ella le invitó a tomar asiento en el sofá, le ofreció una copa de vino, mientras se disponía a hablarle con respecto a lo que ella se dedica y en dónde se encuentra su oficina, principal.
Emma se encarga de visitar y supervisar los diferentes espacios de coworking, así como también sobre oficinas temporales, de ahí las instalaciones que la empresa gestiona, se asegura de que todo esté en orden. Ella ofrece asesoría personalizada para aquellas empresas que están en busca de esos espacios.
Su cargo en esa empresa es de coordinadora de proyectos de espacio de trabajo.
—¡Vivo en Irlanda, Erik! ¿Alguna vez has viajado a ese país?.—Emma le dió una información y a la vez hizo una pregunta.
—¡Nunca y no descarto poder hacerlo!—Él respondió acercándose para tomarle de las manos.
Emma miró hacia el reloj de pulsera que llevaba en su mano izquierda, era hora de empacar. Invitó a Erik a su habitación mientras conversaban, ella guardaría sus pertenencias.
—Emma, necesitaré la dirección de tu domicilio en Irlanda, mi próximo viaje lo haré a ese destino, sería un honor para mí, visitarte.—El pintor le expresaba a ella lo que haría.
—¡Por supuesto que sí, Erik! Sería un lindo gesto de tu parte, que me visites, prepararé una habitación para ti, recién me encuentre en mi apartamento, en Irlanda. Así me aseguraré de que te sientas a gusto.—Emma llevó el ritmo de su plática un poco más adelante.
—¿A gusto? Emma, no podría distanciarme de ti aún estando en un mismo lugar. Mírame ahora, no lo has notado, pero mientras guardas tus cosas, yo me estoy acercando más a ti.—El pintor confesó lo atraído que se sentía hacia Emma, de manera que se le dificultaba estar a un metro de distancia.
Dos cuerpos, las palabras que no requerían ser profesadas, cuando el deseo de sentirse juntos, avivaba la llama del fuego que se originaban en su interior, una mirada, una sonrisa, la cercanía entre ellos había cortado el espacio para que con un beso, irradiara su amor en aquella habitación.
—¡Terminaré de preparar mi equipaje, luego!—Mientras aún besaba los labios de Erik, ella hablaba.
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El pintor y su musa/Parte I
El pintor y su musa/Parte II
El pintor y su musa/Parte III
El pintor y su musa/Parte IV
El pintor y su musa/Parte V
El pintor y su musa/Parte VI
El pintor y su musa/Parte VII
El pintor y su musa/Parte VIII
El pintor y su musa/Parte IX