Under an immense dome that combines classic elegance with contemporary vitality, the space exudes spaciousness and light. Soaring glass windows, set within monumental arches, allow daylight to flood every corner, highlighting the geometric latticework of the ceiling, as if it were a great modern cathedral.
The atmosphere is vibrant: perfectly aligned black tables and chairs await visitors who come and go between familiar establishments, seeking respite from the hustle and bustle. In a cozy corner, the golden warmth of Havanna invites a sweet break between coffees and alfajores, while in the background, the promise of quick and familiar flavors pulses through signs for McDonald's and Denny's.
Large banners hang like celebratory pennants, announcing irresistible offers and the presence of a museum for children, reminding everyone that this place is not only for shopping, but also for family time.
Above it all, suspended like a ring of Saturn, a digital ring projects slowly rotating lights and advertisements, providing a futuristic touch that contrasts beautifully with the solid, classical-style columns that support the building.
It's a space where past and present intertwine: an old market transformed into a temple of modern leisure, where every step echoes the bustle of bygone days.
Bajo una inmensa cúpula que combina la elegancia de lo clásico con la vitalidad de lo contemporáneo, el espacio respira amplitud y luz. Altísimos ventanales de cristal, encajados en arcos monumentales, permiten que la claridad del día inunde cada rincón, resaltando el entramado geométrico del techo, como si de una gran catedral moderna se tratara.
El ambiente es vibrante: mesas y sillas negras perfectamente alineadas esperan a los visitantes que van y vienen entre locales conocidos, buscando un respiro en medio del bullicio. En un rincón acogedor, la calidez dorada de Havanna invita a una pausa dulce entre cafés y alfajores, mientras al fondo, la promesa de sabores rápidos y conocidos late en letreros de McDonald's y Denny's.
Grandes pancartas cuelgan como banderines de celebración, anunciando ofertas irresistibles y la presencia de un museo para los más pequeños, recordando que este lugar no solo es para consumir, sino también para vivir momentos en familia.
Sobre todo ello, suspendido como un anillo de Saturno, un aro digital proyecta luces y anuncios que giran lentamente, aportando un toque futurista que contrasta maravillosamente con las sólidas columnas de estilo clásico que sostienen el edificio.
Es un espacio donde pasado y presente se abrazan: un antiguo mercado transformado en templo del ocio moderno, donde cada paso es un eco del bullicio de otros tiempos.
