El puesto de los recuerdos

Cada mañana, antes de que el sol terminara de trepar entre las copas de los plátanos de la avenida, Don Ernesto abría su pequeño puesto de souvenirs. Era un rincón de metal y sueños enclavado en el corazón de la ciudad, sobre una vereda de baldosas blancas y negras que crujían bajo el paso apresurado de los transeúntes.

Allí, entre camisetas de Boca y River que flameaban como banderas de eternas pasiones, imanes que contaban historias de cada rincón del país, y postales que capturaban mares lejanos, Ernesto recibía a turistas y curiosos con una sonrisa franca. El azul y amarillo de una camiseta colgante parecía luchar en silencio con el blanco y rojo de su rival, mientras en un rincón un pequeño estandarte de Alvarado recordaba que, en el fútbol como en la vida, siempre hay lugar para los que luchan desde abajo.

Cada objeto en el puesto tenía su propia historia, y Ernesto las contaba como si hablara de viejos amigos: "Este imán lo traje de Mar del Plata, después de una tormenta tremenda" o "Este llavero es de una serie limitada, hecha a mano en el norte". Los niños se acercaban atraídos por los colores, los turistas por la promesa de llevarse un pedazo de Argentina en el bolsillo, y los nostálgicos, por la necesidad de recordar.

Una tarde, justo cuando el último rayo de sol dibujaba sombras largas sobre la vereda, una joven se detuvo frente al puesto. Llevaba una pequeña libreta en la mano y ojos llenos de historias sin contar. Miró los cuadros coloridos, los imanes brillantes, y finalmente eligió una postal del mar. "Quiero recordar este momento", dijo, apenas un susurro.

Don Ernesto, acostumbrado a esas pequeñas confesiones, sonrió. Le entregó la postal y, de regalo, un pequeño llavero. "Para que no te olvides que siempre hay un lugar al que volver", dijo.

Y así, entre risas, recuerdos y el ajetreo de la ciudad, el puesto siguió siendo lo que siempre había sido: un refugio de memorias, un puente entre los mundos, un pedacito de vida en medio del ruido.

Las fotografías fueron sacadas por mi. 📸